Nada más y nada menos que 54 días han pasado desde la última vez que pudimos ponernos las botas. Por lo menos las de monte, las de comer han sido 54 días non-stop.Y aunque ese ha sido en general el menor de los problemas, en lo que respecta a lo personal es un duro golpe. Que de la noche a la mañana te quiten esa porción de tu vida que " te alimenta"; no es algo fácil de encajar. Pero así lo hemos afrontado, y seguiremos, poniendo por delante el bien común a las ganas y los objetivos personales; pero a las puertas del 55 empezamos "a darle vuelta a la tortilla".
Lejos de los más profundos deseos; que nos llevaban a pensar ponernos los esquís, sacar los piolets , calzarnos los pies de gato o soñar con el saco y la funda vivac ... vamos a tener que empezar por estudiar geografía y legislación para conformarnos con salir de entre cuatro paredes. "Que ya veníamos un tiempo cargando con su peso encima".
Tras acostarse igual que un niño la noche del 5 de enero, temprano y con nervios; la mañana se presenta como si hubiesen dejado carbón y regalo, nieblas y libertad. Con los diazos que hemos visto pasar desde la ventana y justo el día "importante".En vez de darle vueltas para mal, mejor es dárselas para bien y con una suma de extrañas sensaciones que se aúnan mientras anudo las zapatillas. El esperado momento de hacer algo diferente a las ya rutinarias tareas vitales a llegado e incomodando a la espalda con esto que llaman mochila .. listo para volver a "sus brazos" en relativa "soledad".
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Humedad y aire puro inundan los pulmones a partes iguales a orillas del Arga, donde el paisaje urbanita da paso al natural. |
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Al fin el barro vuelve a impregnar las zapatillas, los pies sienten los duros impactos sobre la roca y los mullidos sobre la hierba mojada ; mientras subo a piñón por la loma oriental siguiendo la GR 220 ... |
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... con la dormida Huarte a mis pies junto a las espesas nieblas ... |
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... pasando junto a la cruz y la cima de Oihana ( 599 m) ... |
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... y acabando, tras "cederme el lugar" un agradable hombre, en el mirador con pocas vistas del castillo de Miravalles. |
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Tirando por la vertiente N, me veo engullido por ambiente "selvático y tétrico" por el que desciendo, con equilibrios y deslizamientos, dando con el límite ... |
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... sobre el que faldeo el Oihana hacia el Oeste , bajando al puente de la Trinidad y " puertas" de Villava. Lares tranquilos por ahora. |
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Voy a por un segundo asalto, que me mete en tupidas sendas de la cara occidental por las que apretar a "la máquina" ... |
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... mientras ahora va quedando abajo la escondida Villava ... |
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... y segunda cima con un poco mejor de color en el cielo. |
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De nuevo bajada por la N más resbaladiza y trillada, que hace barruntar que el personal empieza a abundar ... |
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... y con estas premisas, que no tardan en cumplirse, de vuelta por la GR 220 y parece que ya vale por hoy. |
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Justo apunto de dar el "toque final", aparece la compi que sube otra vez
y sin mucha resistencia; uno muy adelante y otro muy atrás,
como si estuviéramos peleados, paseamos hacia arriba ... |
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... para dar a la tercera en lo alto del Oihana "con la vencida". Un espeso mar de nubes se extiende a nuestros pies y como islotes, emergen las montañas que delimitan la cuenca de pamplona.
Hacia falta ya un espectaculo de este calibre. |
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Ahora de verdad,de regreso "al corral" última vuelta de relajación al monte y como pronto hasta mañana ,que nos dejen salir de nuevo al rebaño. |
🗻#DeL RìO#🗻
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