Un mes de agosto "duro" y bueno a partes iguales por las más grandes alturas de nuestro entorno, también conlleva traerse alguna "consecuencia". Tanto, ha llevado a colmar el límite y se clama un cambio de aires radical; por lo que los grandes planes que había por Picos de Europa serán para una próxima vez.
Decidiendo desplazar el destino, para unos días de desconexión mundial, un poco al norte y al Oeste de la primera y escarpada idea; empiezan unas "tensas" negociaciones. Una tira y otro afloja, el uno que tira ahora y por el otro lado aflojan; al final llegamos a la conclusión de que cada cual a su manera, con apenas discrepancias, queríamos lo mismo y que HAY TIEMPO PARA TODO pero no hueco en la maleta.
Perjudicados tan solo mochilón y botas que se quedan en casa, después de que uno haya "perpetrado" el evento más importante de su año; partimos a la contra de lo que acostumbramos en busca de las tierras bañadas por el Cantábrico. Fuera de nuestro hábitat natural, cuando el día ha llegado a su fin hace rato, tras cruzar País Vasco damos a orillas del mar y al poco de entrar en Cantabria, en un paradisíaco saliente de tierra en Sonabia, plantamos campamento a salvo del oleaje pero no del mecer del viento para toda la noche.
Justo en el descuento hacia el amanecer, estamos por dar la última lazada a las zapatillas y empezar maravillando a los sentidos con el salir del sol tras el infinito horizonte marino. Una vez instaurado el nuevo día, "plegamos con la música a otra parte" antes de que empiece el gran movimiento turístico. Corto viaje entre rías, marismas y vuelos de gaviotas recaemos en Santoña; el pueblo con las mejores anchoas del Cantábrico, pero sin intenciones de corroborar esto, seguimos a lo nuestro.. que tampoco nos llevará a la playa ni a las alturas y nos dejara en un término medio para dar un sentido más amplio a aquello de "ir al monte".
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Alejándonos más todavía de las anheladas alturas a la par de las aguas del Asón ... |
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... caminando todavía con sosiego y en bastante compañía, pasamos de largo el fuerte de San Martin y dejando el "amparo" de Santoña, conquistamos entre mucho verde y poca gente las ruinas del fuerte de San Carlos. |
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Tras perdernos un poco entre los viejos muros, vigilados por algunas cabras vamos a parar al buen camino del faro ... |
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... por el que sin perdida y en rumbo ascendente, recorremos las sinuosas laderas del pequeño en altura monte Buciero por donde nos mandan algunas marcas y postes entre la espesa vegetación , que se apodera totalmente del entorno ... |
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... pudiendo contemplar ,solo frente a la llamativa aguja del fraile, el bonito horizonte que se abre desde el limite de tierra firme ...
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... y algún que otro paredón calizo y tentativo ... |
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... hasta que llegamos a un marcado cruce, donde un cartel nos advierte a la derecha de los 763 escalones al faro del caballo. |
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Sin pensarlo demasiado nos tiramos a ellas, bajando a toda pastilla los primeros escalones y cuando se ponen " pindios muy pindios"; seguimos bajándolos a ritmo cuidadoso a la vez que nos sumergimos en un rincón salvaje ... Foto de Leyre |
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... que culmina casi tocando las aguas del cantábrico, en el Faro del Caballo. |
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En el curioso rincón del Faro del Caballo, tan bonito como sucio.. +respect -homo_cerdus. |
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Respirando paz y tranquilidad, lo primero que ven nuestros ojos es toda la suciedad que rodea al faro y una vez más "ensombrecen" la belleza de estos impresionantes rincones costeros del cantábrico ... |
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... donde a pesar de todo, las aguas se ven cristalinas ... |
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... e incluso dando la espalda al mar, nos llegamos a sentir como si estuviéramos rodeados de verticales y pequeñas montañas. Al final nos va a gustar el mar también 😋 . |
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Quemando hasta la primera papilla y machacando las piernas, volvemos por las tiesas y en este sentido más largas escaleras al cruce que advertía de la paliza; continuando a la drch con la vuelta de los faros, en un rápido y divertido descenso a la sombra del encinar ... |
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... entre el que podemos ver la apacible infinidad del mar azul ... |
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... llegando en un abrir y cerrar de ojos al lado del faro del pescador ... |
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... donde tomamos la carretera a la par del mar y en el sentido de más esfuerzo nos acercamos hasta ver desde lejos la playa de Berria; seguido del penal de Dueso, que vemos de demasiado cerca pero por lo menos desde el lado "bueno". |
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Intentando que no parezca una fuga, tranquilamente nos alejamos de los muros que privan de la libertad y junto al antiguo polvorín de Dueso ponemos rumbo tieso por buen rato siguiendo un cómodo carretil y escasas marcas de PR hasta dar, lejos todavía de lo más alto del Buciero, con el polvorín del Helechal y el comienzo del final. |
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No habiendo hecho casi ni sudar ni mucho menos ganas de almorzar, apuntamos ya de vuelta a Santoña ,sin todavía verla, y desbocando a las piernas cuesta abajo por una carreterucha sobre las laderas orientales de la pequeña elevación costera, mientras dominamos sobre las civilizadas marismas, ponemos el broche a una bonita e inusual vuelta de trail por los parajes marítimos de Santoña. |
🗻Del Rìo🗻
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