Aquello de: “es viernes y el cuerpo lo sabe”.. hace mucho que pasó a ser historia de esta historia; pero como nunca se puede decir nunca, la frase vuelve hacer eco de la misma forma que en su última ocasión.. allá por el 2024😝.
Cuando la noche ya ha caído y el mundo se ha recogido en el calor de su hogar, es el momento en que salgo. En breve viaje sobre ruedas me acerco a Etxauri y voy hasta lo alto del puerto, donde aparco en la más absoluta soledad y oscuridad. Toda la ropa que todavía iba en la mochila, pasa a ir puesta, y el frontal ,que estaba en el mismo lugar, a la cabeza. Prendo la luz y arrancó dirección al amanecer muy lejano a la vez que hacia la cima de “El Cabezón”.
Enfilado por el sendero de las tres ermitas y siguiendo las marcas rojiblancas, avanzó "sin desnivel" hasta las laderas del Sarbil … |
… en las que toca sudar un poco de cuesta entre todavía verdes parajes y al aparecer los primeros “brotes”de roca, dejando a un lado la GR, trepó un pequeño y pulido resalte … |
… saliendo arriba de los escarpes calizos y continuo en suave ascenso sin camino definido entre la más absoluta oscuridad ... |
... hasta alcanzar la cima de Sarbil (1138 m),contemplando la "fluorescente" capital foral. |
Rápido cambio las luces, por el deleite con "la oscuridad". Lanzó la mirada hacia "San Donato" con un telónde fondo luminoso en que asoman las moles de Aratz y Aizkorri ... |
... mientras sobre mi cabeza se extiende un infinito mar de estrellas ... |
Ós
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